Ayer, en un librería.
Darío (4 años): «¡Bien! ¡Vamos a ver libros!»
Román (2 años): «NO, NOOOO»
Darío: «Sí, Román ¡que vamos a ver libros de niños, no de personas!»
Con ayuda de una foto que no he hecho yo, es de mi amiga Raquel Pérez que nos hizo a mi y a mi hijo 2, quiero hoy recordar una conversación que mantuve con mi hijo Darío cuando tenía 3 añitos -parece que hace un siglo ya, y no hace ni un año- y que es una de las cosas mas bonitas que jamás me han dicho y seguro que dirán:
– entonces, ¿qué quieres ser de mayor? ¿ya lo sabes?- le pregunté
– quiero ser casista
– ¿y eso qué es?- le pregunto
– el que hace casas, o a lo mejor astronauta o conductor de trenes
– puedes ser lo que tú quieras, todavía puedes pensarlo – le digo… y se puso a pensarlo en ese momento hasta que se le iluminó la cara e me dijo ilusionado
– mamá, ya se qué quiero ser de mayor, ¡ya lo sé!
– ¿el qué, el qué?- le pregunté con ganas ya que no le había visto tan ilusionado en algo para cuando fuera mayor.
– quiero ser MAMÁ.
A mi hijo número 1 ahora le ha dado por las magdalenas. Le encantan. No se cuantas se comería si le dejáramos. El otro día empieza a comerse una y según la muerde, se queda mirándola fijamente, hasta que dice:
– mapá, dame otra («mapa» es la unión de mama + papa)
– pero termina antes esa ¿no?
– no puedo comerla
– ¿Por qué?
– Porque tiene cara.
Así que cogemos la magdalena y el papá y yo vemos con asombro que las burbujas, los agujeritos que hacen esponjosa la magdalena, dibujan una cara con sus ojos, nariz y boca.
Le dimos otra magdalena.
Se que subir un post no supone tanto pero cuando te faltan horas en el día, cuando estas recortando una estrella de navidad mientras miras el correo del curro, cuando estas preparando un biberón mientras organizas mentalmente la web de un cliente, cuando sacas el portátil en el autobús para «aprovechar», cuando bañas a los niños mientras estudias un poquito y cuando por todos lados hay post-it porque ya no confías en tu memoria, mi cerebro se pone en modo «supervivencia».
Seguro que sabéis qué quiero decir.
Pues ale, ya esta, el verano se acaba, y de la playa volvimos hace dos semanas… casi olvidada ya. Gracias a que tuvimos ayuda he podido cerrar los ojos y escuchar las olas. Este post va dedicado a mi familia.
Estando tan obsesionado como está con los medios de transporte, era de esperar. Viviendo en Madrid, en algún sitio lo iba a ver.
Y en cuanto lo vio en la tele se le iluminó la cara: ¿qué coche era ese que jamás había visto? ¿al que todo el mundo saludaba y admiraba? ¿al que la policía iba abriendo paso?
En cuestión de minutos su padre le hizo uno a su medida con el Tente que el día anterior encontró el abuelo en el trastero. Con su escalera trasera desplegable. Aunque nosotros somos mas de Lego, esto tenía urgencia.
Dentro hemos tenido que poner un marciano amarillo.
Esta mañana, a primera hora, sin tomar el desayuno siquiera, mi nene de 3 añitos me hace la siguiente pregunta: «¿Dónde están los papas de los abuelos?»
Cualquiera que conozca los métodos de un niño de esa edad sabrá que hasta que no se quedan satisfechos con la respuesta – esto es, hasta que lo entienden- no te dejan escapar.
Qué bien viene en estos momentos cualquier creencia-religión. La pregunta era clara, ¿Dónde están?
Qué fantástico decir el cielo, el paraíso, se reencarnan en otro ser…
Porque cómo explicas a un niño de 3 años la muerte y la desaparición. LA NADA.
Me llamo Nieves y este es un espacio que uso para compartir ideas, visiones, recomendaciones y sobre todo fotografías.
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