Magdalena
A mi hijo número 1 ahora le ha dado por las magdalenas. Le encantan. No se cuantas se comería si le dejáramos. El otro día empieza a comerse una y según la muerde, se queda mirándola fijamente, hasta que dice:
– mapá, dame otra («mapa» es la unión de mama + papa)
– pero termina antes esa ¿no?
– no puedo comerla
– ¿Por qué?
– Porque tiene cara.
Así que cogemos la magdalena y el papá y yo vemos con asombro que las burbujas, los agujeritos que hacen esponjosa la magdalena, dibujan una cara con sus ojos, nariz y boca.
Le dimos otra magdalena.